El jade se presta a hermosas creaciones y nunca desmerece o pasa de moda. Como le ocurre al ámbar (VER??), hablamos de una gema intemporal que resalta la elegancia en colgantes, pendientes, pulseras y anillos de quien lo lleva.
La palabra jade hace referencia a dos minerales diferentes, la jadeíta y la nefrita, ambos del grupo VIII (inosilicatos), según la clasificación de Strunz. Para ser considerados como jade, ambos deben estar presentes como agregados en forma de gránulos muy finos o fibras entrelazadas. La jadeíta forma sólo muy escasas veces verdaderos cristales.
El jade es a menudo de un tono verdoso debido a impurezas de cromo.
Desde hace más de 5.000 años se utiliza el jade en China y Mesoamérica como material para fabricar utensilios y adornos. A lo largo del tiempo se desarrolló un verdadero culto del jade. Los objetos de jade tenían (y tienen) fama de amuletos que atraen la suerte. En sus orígenes el jade era tan duro y resistente como ningún otro material. Por ello se utilizaba también para elaborar armas y herramientas.
Ya podemos apreciar que con buen criterio las creaciones son maravillosas, con un verde evocador que lo diferencia del resto.
Unas maravillosas joyas que hacen del jade el elemento central.
Sobre plata u oro siempre resulta su hermoso contraste, así como sobre metales no nobles en bisutería, ya que le confieren a la pieza un realce maravilloso
No hay comentarios:
Publicar un comentario